Geografía del amor

A él le atraían las mujeres abismales. Necesitaba perderse más allá de sus ojos y sus brazos. Más allá de sus palabras y silencios. Por eso se enamoró de ella, al contemplar de cerca el vasto abismo que se escondía tras su mirada.
Se aventuró a descubrir cada uno de sus horizontes laberínticos: desde el amplio valle de sus certezas, pasando por los deseos montañosos que siempre le ocultaba, hasta llegar a los acantilados de sus emociones. Un viaje en el que aún hoy sigue enfrascado, tras más de cincuenta años de vida en común, mientras ella lo observa al mirarla y le da la mano para que no se pierda.
María Coca
Imagen: B. Calin