El peso de la felicidad le hace sentirse hinchada. Y tanto que a ratos desea no ser tan feliz. De hecho, le gustaría ser moderadamente feliz, como cualquiera. Poseer así un peso normal y equilibrado entre alegrías y tristezas.
Sin embargo, es incapaz de perder tanta felicidad. Por eso al contemplarse en los espejos, un leve sentimiento de impotencia le recorre el alma.
María Coca
Imagen: Lomonov